Héctor Lavoe, el salsero venerado como santo en las calles del Callao
jueves, 2 de abril de 2015 6:57 By Augusto Socìas
Lima, (EFE).- Casi treinta años después
de que el salsero puertorriqueño Héctor Lavoe (1946-1993) se ganara el
cariño de los peruanos con seis memorables conciertos, la simpatía por
el "jibarito" se tornó en devoción en el Callao, la ciudad portuaria de
Lima, en cuyas humildes calles se le venera como si fuera un santo.
"El rostro de Lavoe es un símbolo de identidad para el Callao",
afirmó a Efe el escritor chalaco (oriundo del Callao) Mario Aragón, cuyo
libro "Salsa y sabor en cada esquina. Mi visión de Héctor Lavoe en el
Perú", que presenta el 8 de abril en Lima, trata de explicar los
orígenes del fanatismo de los peruanos por el puertorriqueño.
"No hay un cantante que haya llegado tanto al alma popular. Al menos en
el Callao, Lavoe es un icono llevado casi a la santidad. Hace unos años,
la gente se tatuaba a Sarita Colonia, una beata local, pero ahora lo
hacen con Lavoe", comentó Aragón, cuyo libro está editado por Selección
Gallera y Ediciones Altazor.
Al moverse por el Callao y Lima
es difícil escapar de la mirada de Lavoe, representado en numerosos
murales desperdigados por todos los distritos, que lo recuerdan en su
mayoría con sus gafas oscuras de aviador y su cabeza posada sobre su
puño, tal y como aparece en la portada del disco "De ti depende" (1976).
También es común encontrarse al cantante de Ponce en los adhesivos
que decoran los miles de coches y camionetas que saturan las avenidas de
Lima, "cuyos conductores alzan el volumen de la radio cada vez que
suena uno de sus temas", apuntó Aragón.
Incluso los seguidores
de Sport Boys, el club de fútbol más popular del Callao, adoptaron el
rostro del conocido como "cantante de cantantes" entre sus símbolos para
animar.
La devoción por Lavoe comenzó en 1986 con la visita
del salsero a Lima para realizar seis actuaciones en la Feria del Hogar,
donde "hubo un matrimonio con el pueblo chalaco", según Aragón.
"(Lavoe) estaba tan feliz que se pasó todo el concierto bailando,
algo que no era habitual. Esa actuación lo catapultó. En ese momento, la
salsa estaba un poco de capa caída y, como dijo Lavoe más tarde en una
entrevista, su paso por Perú lo resucitó", recordó el escritor.
Desde su irrupción en Perú, "cada generación ha escuchado la música de
Lavoe desde la barriga de su madre (...) y hay muchos jóvenes que
también lo veneran. Si los chalacos tenemos que poner una banda sonora a
nuestra vida, sería una canción de Lavoe con Willie Colon", añadió.
Una de esas canciones sería 'Calle luna, calle sol', "un manual de
cómo vivir en el Callao y otros sitios peligrosos. Explica qué hacer
para sobrevivir en estos barrios, mientras que 'Juanito Alimaña' habla
del ladrón de barrio al que no le importa que lo atrapen porque pronto
volverá a estar en la calle", continuó Aragón.
Una de las
razones por las que la música de Lavoe caló tan fuerte en Perú es las
letras de sus canciones ya que, según Aragón, "fueron hechas para que
llegaran directamente al alma popular de los barrios".
El
escritor señaló que la gente identifica a Lavoe "como el amigo que pudo
ser alguien importante, porque encaja con lo que los rockeros llaman
cantante maldito, como Kurt Cobain en Nirvana. Aprecian lo destructivo
que a veces tiene la genialidad".
Aragón recordó que Lavoe fue
el primer cantante al que le dedicaron un busto en el Callao, en 2004,
incluso antes que en Ponce, "y fue el único que las autoridades
repusieron, por voluntad popular, cuando en 2011 fueron robadas varias
estatuas de la ciudad, entre ellas Simón Bolívar, que continúan sin ser
reemplazadas".
"Y hay amenazas en los barrios más bravos para
encontrar a los ladrones", agregó el escritor, para quien los éxitos de
Héctor Lavoe siguen vivos porque, a pesar de que ya pasaron 22 años de
la muerte del músico, el "jibarito" continúa haciendo honor al inicio de
"La vida es bonita": "Yo canto las canciones que los pueblos
necesitan".
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