El Profesor Jirafales dice que vivió de su pasión gracias a Chespirito
jueves, 12 de febrero de 2015 6:56 By Augusto Socìas
Puerto Vallarta (México), (EFE).-
Después de sembrar los árboles de su rancho y haber tenido siete hijos,
al actor Rubén Aguirre solo le faltaba escribir un libro, una meta que
logra con "Después de usted", autobiografía donde plasma su
agradecimiento a Chespirito.
Si no hubiese sido por Roberto
Gómez Bolaños, su "amigo" más que "compañero", no hubiese conseguido
"internacionalizarse", ni vivir dignamente de la que es su pasión, la
actuación, admite Aguirre, quien durante años dio vida al Profesor
Jirafales de la serie "El Chavo del Ocho".
Inseparablemente
aferrado a su puro -un "vicio horrible que no debería tener" pero que
adquirió a los 19 años-, el veterano actor recuerda en una entrevista
con Efe cómo Chespirito le encomendó la tarea de interpretar a
Jirafales, una figura concebida como un profesor "cursi, vanidoso,
presumido y romántico".
"Él tuvo la inteligencia de saber
escoger a cada quien y darle lo que él creyó que cada uno podía dar de
sí", asegura Aguirre al hacer referencia al reparto de "El Chavo del
Ocho", cuya unión fue el secreto del éxito de la serie, nacida en la
década de los 70.
Sin embargo, la compenetración entre ellos
se rompió cuando algunos de los actores pretendieron acaparar los
derechos de sus personajes enfrentándose a Chespirito, como sucedió en
el caso de María Antonieta de las Nieves, conocida por su papel de la
Chilindrina, y Carlos Villagrán, quien se ponía en la piel de Quico.
"Cada actor tiene sus propias características y la obligación de
vestir al personaje, pero eso no quiere decir que sea nuestro, ¿James
Bond ya es de Sean Connery porque le dio vida? No, es de Ian Fleming.
Como tampoco los actores que hicieron de Hamlet se lo 'quitaron' a
Shakespeare", argumenta.
Sus planteamientos le valieron la
ruptura de su amistad con De las Nieves, cuando en una entrevista
contestó que era una "canallada" robar el personaje a su creador.
"A partir de entonces no me habla, está muy enojada, y yo de veras lo
siento, porque éramos muy amigos y la conozco desde que era niña",
explica Aguirre, quien dice estar "dispuesto a pedirle perdón y aclarar
las cosas" con tal de recuperar lo que fueron un día.
En la
autobiografía, editada por Planeta y que terminó de escribir poco antes
de la muerte de Bolaños el pasado noviembre, hace referencia a su paso
por la serie, pero también al resto de su trayectoria, que va en
paralelo a un pedazo de "historia de la televisión" y la ruptura de los
tabúes de entonces.
Hasta que su estado de salud le hizo
retirarse de los escenarios hace unos años, Aguirre explotó su faceta
como actor, pero también pasó por profesiones que le llevaron a ser,
entre otros, piloto, torero, locutor y presentador, aunque señala que
prefiere ser actor aunque se "muera de hambre".
Está
acostumbrado a que se refieran a él por el nombre de Profesor Jirafales e
incluso confiesa que lo prefiere, pero fuera de ese aspecto, siempre ha
mantenido una "lucha" por separar su vida privada de la pública.
"Por eso me chocan los artistas que venden su boda, un divorcio o el
nacimiento de un hijo a una revista o a un programa de televisión, es
una cosa muy íntima, no lo haría jamás", remarca.
Aficionado a
las redes sociales, mantiene una amistosa "competición tuitera" con
Édgar Vivar, por ver quién tiene un mayor número de seguidores.
Atrás quedaron los tiempos en los que los primeros capítulos de "El
chavo" se grababan unos encima de otros en la misma cinta, para ahorrar;
los logros técnicos, apunta Aguirre, "han sido bárbaros, pero es una
lástima que no haya ido a la par del avance intelectual".
"Los
libretos actuales son malos, hay chistes muy viejos, y ves actores que
son buenísimos, como Consuelo Duval, pero te preguntas quién escribe lo
que dicen", expresa Aguirre sobre esta actriz conocida por su
participación en programas cómicos.
En el "ocaso de su vida",
como apunta humorísticamente, lamenta que se le hayan quedado cosas en
el tintero, como hacer un papel de villano o haber sido "umpire"
(árbitro) de béisbol.
Aún así, confiesa que ver a sus hijos es
lo que le hace sentirse más orgulloso, y que se alegra de haber
desarrollado su "creatividad" y no haberse encasillado en su personaje
del profesor.
A pesar de que, reconoce con una sonrisa de resignación, "te pagan mucho más por ser Jirafales que por ser Rubén Agurire".
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