¡Ingratos!
viernes, 14 de noviembre de 2014 10:33 By Augusto Socìas
En
el transcurrir del desarrollo del ser humano hay dos momentos de
extrema vulnerabilidad que requieren el soporte familiar y del Estado
a través de sus distintos órganos funcionales que coadyuvan ante
una situación determinada.
Es
precisamente ese enlace, que puede parecer no tangible, que salva los
momentos de aprietos de un menor o un adulto mayor desamparado por
los parientes ingratos que gustan asumir el lado oscuro de la
indiferencia.
Esta
debilidad es el pan nuestro de cada día, pero transcurre con una
normalidad que mueve a espanto como si fuere un indicador de que
"algo huele a podrido" en la República Dominicana, se
diría parafraseando la tragedia escrita titulada Hamlet atribuida
al poeta, dramaturgo y actor inglés William Shakespeare.
"Algo
huele a podrido" en la República Dominicana, no esta vez en
Dinamarca como dice Shakespeare, porque por una mente sana jamás
debe pasar la idea de abandonar a los hijos y a los padres ancianos
que no se pueden valer a sí mismo.
Abundan
quienes abandonan a sus hijos, sin hacer el menor esfuerzo para
sacarlos adelante. Se entendería que si el progenitor está
gravemente enfermo, sin posibilidad de sobrevivir, delegue esa carga
en la persona apropiada que asuma esa responsabilidad.
De
igual modo cuando el padre o la madre son muy mayores precisan del
cuidado y seguimiento de los hijos adultos. Las etapas de la infancia
y la ancianidad precisan de un cuidado especial.
No
faltan los hijos dolidos porque la mamá o el papá los dio en
adopción. Esto debe ser muy triste, pero hay que perdonar y ser
comprensivos. Figuran, además, padres y madres que se marchan del su
país creyendo que se van a arropar de "papelas" para que
su muchos tengan mejor condición de vida.
Resulta
que cuando una parte de esos padres y madres retornan al país, sin
la abundancia de dinero que pensaban, se encuentran con hijos
delinquiendo porque no tuvieron la supervisión adecuada.
Esas
situaciones van creando resentimientos en los hijos. El sueño
americano, europeo o del lugar que fuere no pasa de ser usualmente un
simple quimera. Incluye a profesionales que tenían un trabajo digno,
aunque ninguna labor es indigna, y pasaron hacer lo que aparezca en
otras latitudes.
Tener
hijos implica una responsabilidad que no se debe delegar, salvo que
la situación sea tan grave que se tenga que decidir sobre la
posibilidad de que el menor se críe o sucumba.
Calles
y avenidas, no solo en los barrios más desmejorados, son en buena
parte dormitorios de personas que evidencian no tener dolientes.
Durante el día piden limosna o simplemente se colocan donde menos
molesten esperando una migaja.
En
el caso de no pocos menores, la puesta en marcha de la tanda
extendida ha sido un alivio porque allí tienen resuelto desayuno,
almuerzo y merienda. Los ancianos son llevados a los asilos o
abandonados en hospitales y otros lugares.
En
todo este andamiaje hay una responsabilidad estatal y ciudadana que
precisa un mayor sacudimiento de ambas partes. Cada quien debe asumir
su rol para una mejor convivencia en familia, una familia muy
cambiante por cierto. ¡Por Dios! No abandonen a sus viejos ni a sus
niños. ¡Ingratos! Hoy por ellos y mañana por ti.
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