"No merezco ser violada"
jueves, 3 de abril de 2014 9:21 By Augusto Socìas
Desde que comencé la campaña "No merezco ser violada" he recibido varios testimonios de mujeres, hombres y adolescentes que han sido víctimas de abuso sexual. Es increíble cómo estas historias tienen fuerza, mucha más fuerza que los números. Y lo que he observado es que una violación no ocurre por lo general en la noche en un callejón oscuro.
Ocurre casi siempre en situaciones más inciertas. Por ejemplo, un sondeo publicado el año pasado en Brasilia, donde vivo, mostró que 85,2% de las violaciones ocurren en la casa de la víctima o del agresor. El número es extraordinario y me siento obligada a contarles más sobre las caras detrás de estas estadísticas. Todos los nombres en estas historias son falsos.
Joana fue abusada sexualmente por su padre durante toda su infancia. Lo más curioso es que ella sólo se dio cuenta de que había sido una víctima de abuso cuando llegó a la adultez, y su padre, hasta ahora, no lo sabía. ¿Saben por qué? Porque nunca la penetró. Le metía la mano dentro de sus calzones, le acariciaba los senos. Pero para él, abuso era penetración.
Sin embargo, según la Ley Ordinaria Federal No. 12.015 de 2009, que enmendó el Código Penal Brasileño, el delito de violación no se refiere sólo a penetración sino a "cualquier acto sexual u otro acto lascivo con alguien a través de fraude u otros medios que impidan u obstaculicen la libre expresión de la voluntad de la víctima".
Otra historia. Una noche, María estaba aburrida. Fue a casa de un amigo en quien confiaba mucho para oir música y beber "hasta caerse". Temerosa de dirigirse a su casa borracha, le pidió quedarse a dormir en su sofá hasta que pasara el efecto del alcohol. Se despertó pocas horas después con una brutal penetración de un pene en su vagina. Gritó, protestó, le exigió que parara. Él continuó hasta que ya no pudo seguir luchando contra ella. Argumentó que la culpa era de ella por haberse quedado a dormir en su casa.
Si hay duda, es violación
"El trabajo debe concentrarse en educar a los hombres para no violen, a las mujeres para que denuncien, a los policías para que no culpen a las víctimas y a los familiares para que no encubran los casos de abuso entre familiares"
Nana Queiroz
En este caso, hay un razonamiento básico: si hay duda, es una violación. ¿No tienes la certeza de que ella está suficientemente consciente? Es violación. ¿No sabes si el alcohol o las drogas afectará tu capacidad de juicio? Es violación. ¿Ella está semidespierta? Es violación. Debíamos concentrarnos en explicar a los hombres cómo no violar, en lugar de decirles a las mujeres cómo evitar que las violen.
Marco fue violado a los cinco años por su hermano. Cuando era adulto tuvo el coraje de contárselo a sus padres. Cuando se le presionó para que diera explicaciones, el abusador, que era mucho mayor que Marco, afirmó: "Me dí cuenta de que él era gay, me imaginé que le iba a gustar, y le gustó".
Pero a los niños no les puede "gustar" o no el sexo. Ellos no tienen la madurez ni el criterio suficiente para definir si quieren o no tener una relación sexual. La organización no gubernamental Childhood, que trabaja con víctimas de pedofilia, explica que "una naturaleza sexual, inherente a cualquier niño, no puede ser entendida en sentido genital, sino en un contexto de una serie de experiencias psicológicas y físicas que van gradualmente dando forma a su pensamiento y a su cuerpo, a lo que ella piensa sobre su cuerpo y a cómo lo siente". (BBC Mundo).
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