Johanna Rosaly debuta en teatro NY
martes, 28 de septiembre de 2010 12:29 By Augusto Socìas
Nueva York.- La actriz puertorriqueña Johanna Rosaly es una de esas personalidades a las que uno quiere o detesta. Con ella es casi imposible alcanzar un punto medio. Hay quienes la admiran por su labor educativa como conductora del programa “Cultura viva” y otros que por la misma razón la rechazan y la tildan de “elitista”.
Lo que varias generaciones parecen olvidar es que la verdadera vocación de Johanna –quien también en su momento fue cantante– es la actuación. En cualquier otro escenario esta mujer de 62 años puede estar expuesta a fuertes críticas, pero en las tablas no hay muchas en el plano internacional que puedan ponerle un pie al frente.
Así lo evidenció este fin de semana durante su anhelado debut en la Gran Manzana con la pieza “Sabina y Lucrecia”, del argentino Alberto Adellach (1933-1996).
Magistralmente dirigida por el también puertorriqueño Dean Zayas, Johanna Rosaly da vida a “Lucrecia”, una mujer demente que se escapa del manicomio junto a “Sabina”, otra loca un tanto menos esquizofrénica interpretada con precisión por la laureada boricua actriz Eva Cristina Vásquez.
A las dos las conocemos cuando llegan a la que en algún momento fue la casa de “Lucrecia”, tras caminar más de 30 kilómetros desde el manicomio. En un principio celebran estar fuera de aquellas cuatro paredes de abusos, pero no tardan mucho en encender su propio infierno en estas otras cuatro paredes.
En un principio, reímos con las ocurrencias de estas dos mujeres; con las exageraciones de una, las honestas respuestas de la otra... hasta que a través de diversas situaciones en su atropellada convivencia ambos personajes comienzan a desnudar sus miserias.
“Lucrecia”, las más dura y manipuladora del dúo, adorna con carcajadas sus cuentos sobre sus intentos de suicidio, de las veces que le pegó fuego a su casa, de cómo sexualmente no atendía a su marido. Y la un tanto aniñada “Sabina” se mece entre la risa y el llanto recordando los abusos sexuales a los que era sometida y sus vivencias entre carbón y enormes ratas.
Rosaly y Vásquez, con sus impecables interpretaciones –que no rayan ni en la exageración ni en la caricaturización– van alterando la atmósfera de forma que la presión arterial de la audiencia aumenta al verse impotente frente a un panorama emocional tan caótico.
Una situación como la que enfrentan “Sabina” y “Lucrecia” es comparable a la angustia que uno sentiría sujetando una bomba que más temprano que tarde explotará, con las trágicas consecuencias.
Quienes tuvimos el placer de verlas este domingo, no tenemos más que elogios para ambas artistas. Las dos terminan exhaustas tras haber cedido sus cuerpos durante casi dos horas a estos personajes tan atormentados. Destaca también el trabajo de la diseñadora de vestuario Gloria Sáez.
De esta función sólo hay dos detalles que para las próximas se pueden mejorar. Los pies de “Sabina” podrían estar maquillados para simular el maltrato que sufrieron caminando tanto. Aunque Vásquez los tuerce y camina simulando tener mucho dolor, sus uñas y las plantas de sus pies parecían sacadas de un spa.
Por otro lado, las personas responsables del escenario deberían hacer lo posible para inmovilizar el ropero a través del cual “Lucrecia” pasa hacia su cuarto. Pasamos tremendo susto pensando que se le iba a caer encima.
A un precio módico ($25), “Sabina y Lucrecia” se presenta hasta el 10 de octubre en Teatro Círculo (64E 4th Street, entre la 2da Avenida y Bowery). En Puerto Rico subirá a escena el 22 de octubre. (Internews Service).
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