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Este, sin dudas, es un país insólito, como lo describió el escritor Manuel Arturo Peña Batlle. Los apagones siguen viento en popa. Lo peor del caso es que con los mismos se castiga a usuarios que pagan religosamente el deficiente servicio. La Corpración de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), es un barril sin fondo.

Tenemos años escuchando promesas de sus administradores de que el servicio mejorará, etc., etc., etc...

La politiquería continúa haciendo de las suyas y la verdad monda y lironda es que ningún gobierno ha encarado el problema como se requiere. El colmo del asunto es que aún están vigentes contratos con genradores a las que hay que pagalres aunque estén apagadas.

Los que firmaron esos convenios debíeron ser sometidos a la justicia, condenados y enviados a prisión. Pero que va, los partidos tienen dirigentes que se apañan unos con otros, y la justicia se aplica ocasionalmente cuando hay de por medio poderosos intereses.

Aunque el país es uno de los más avanzados en comunciaciones, paradógicamente el tiempo transcurre con ciudades, municipios y pequeños poblados en tienieblas, lo que posibiltia que se incremente la venta de inversores, baterías, gas, velas, voles y plantas eléctricas.