Joaquín Sabina se resarce en Madrid de 500+1 noches de crisis
miércoles, 17 de diciembre de 2014 6:21 By Augusto Socìas
Madrid, (EFE).-Tiempo de crisis,
tiempo de oportunidades, suelen decir, y Joaquín Sabina lo sabe. Sacó
petróleo de 500 noches de desamparo emocional en forma de disco
memorable y hoy, tras la enésima velada terrible de su vida, la del
sábado, se redimió en un concierto sin flaquezas y con el cariño
redoblado de su público.
"En noches como hoy comprenderán que
decir gracias es muy poco decir", dijo el músico en su primera
intervención en su segundo concierto en el Barclaycard Center (antiguo
Palacio de Deportes de Madrid), dentro de la gira "500 noches para una
crisis" y tras el ataque de pánico escénico que sufrió hace solo unos
días aquí mismo por su "exceso de ganas de estar bien" ante su gente.
Esta vez no hubo espacio para la sorpresa, solo para la música y el
resarcimiento. "Desoyendo negros presagios, lo que quisiéramos para
ustedes es el mejor concierto de nuestra vida", prometió, y si no lo
hizo, no fue por falta de alicientes, de aplausos y de ganas de las más
de 10.000 personas que cubrieron todo el aforo, vendido hace meses en un
par de horas.
Todos ellos lo recibieron en pie, pero con más
ahínco si cabe que en su cita previa, puede que por aquel previo final
abrupto, probablemente también por el resquemor a que decidiera cancelar
este show.
Pero no, ahí estuvo Sabina, con los ojos vidriosos
y emocionado, pero firme en su caminar hasta el centro de las tablas
para abrir el show con "Yo me bajo en Atocha", un detalle con la ciudad
de Madrid, antes de proseguir con "Ahora que" arropado por la guitarra
chisporroteante de Antonio García de Diego, subrayando ese verso que
dice "ahora que estoy más vivo de lo que estoy".
"Estos días
he recibido tanta solidaridad y complicidades que me han conmovido hasta
los huesos y las lágrimas; además, he cumplido esa fantasía que todos
tenemos de saber qué haría la gente en el entierro de uno", dijo entre
las risas del respetable.
Sabina se entregó así al sustrato
fundamental de este tour, los temas del que, según su discográfica, fue
el disco de mayor éxito de su carrera, "19 días y 500 noches",
coincidiendo con el decimoquinto aniversario de su lanzamiento.
Muchas cosas han cambiado entre los "cuarenta y diez" que tenía
entonces y los "cincuenta y quince" que luce hoy, empezando por que los
amores se siguen despachando con un "hola y adiós", aunque vía whatsapp,
con signo de admiración y sin el portazo de la canción que titula el
álbum, en el cual, por consejo del productor Alejo Stivel, dejó de
"maquillar las grietas" de su voz.
Cambiaron más cosas, sobre
todo a raíz del ictus que sufrió en 2001. "Dejé los bares de madrugada y
empecé a dormir unas cuantas horas cada noche, porque este disco se
hizo en noches insomnes y de forma muy intensa. Abandoné sustancias no
recomendables, pero que dan mucha risa", recordó.
"Me fui con
los poetas, porque entre los músicos corrían muchos las drogas, pero los
poetas eran muy borrachos. Me desenamoré, me volví a enamorar y lo peor
es que dejé de tocar las puertas de las Magdalenas", añadió como
introducción a ese tema que escribió con música de Pablo Milanés sobre
"la más señora de las putas, la más puta de las señoras".
Uno a
uno han seguido sonando los cortes del disco en el que hizo arte de
"celebrar la impúdica belleza de estar triste", cosas como "Donde habita
el olvido", el famosísimo "Cerrado por derribo", "De purísima y oro" o
"Noches de boda", más de boda que nunca, pues puso fondo musical a una
auténtica propuesta de matrimonio entre una de las parejas asistentes
con la bendición del propio Sabina.
Entre el público, Joan
Manuel Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén y Jorge Drexler, de los que "no
ha parado de aprender", aunque el que le cambió la vida, recordó, fue
Bob Dylan, al que dedicó una "versión libre" de "It ain't me baby",
titulada "Ese no soy yo".
No faltaron dos clásicos que han
levantado el palacio, "Más de cien mentiras" y la eterna "Y nos dieron
las diez", que, esta vez sí, cerraron el bloque principal y dieron paso a
los bises, tras el receso de "Conductores suicidas" a cargo del
imprescindible Pancho Varona.
Al vitoreado "Y sin embargo te
quiero" de su corista, Mara Barros, se le cayó el "te quiero" para dar
paso al éxito homónimo de Sabina en el que le "envenenan los besos" que
va dando, porque "ahora es demasiado tarde, Princesa", cantó después,
hilando versos y vítores, con el recinto en ebullición.
Aún
hubo tiempo para otra tanda de bises con "Tan joven y tan viejo", el
mensaje conciliador supraterritorial de "Máter España", "Aves de paso",
la romántica "Contigo" y las festivas "Pastillas para no soñar" y "La
canción de los (buenos) borrachos", hasta alcanzar las dos horas de
duración y otra media de sana propina que el sábado no pudo conceder.
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