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Lo cierto es son pocos los comunicadores que tienen credibilidad. Hay quienes pretenden venderse como los más serios, pero andan de la mano con el hacha en la mano, dispuestos a volarle la cabeza a quien se niegue   a   "billetearlos".

Claro, esos personajes han acumulado fortunas millonarias a través de prebendas en instituciones estatales, a cuyos incumbentes acaban si no acceden a colocarles publicidad o incluirlos en las conocidas nóminas de "asesores" que cobran sin trabajar.

A decir verdad, la mayoría de quienes opinan en radio, televisión y prensa escrita sobre política, pasan factura de sus comentarios y las entrevistas complacientes que realizan.