Gilberto Santa Rosa celebra los 50 con cumpleaños sorpresa

jueves, 23 de agosto de 2012 7:04 By Augusto Socìas

Rosalina Marrero-Rodríguez

 A Gilberto Santa Rosa no le gustan las sorpresas. Quizás, porque creyendo que se las sabe todas cae “redondo”, como él mismo describió su asombro ante la fiesta que le organizó su prometida, Alexandra Malagón, para celebrar sus 50 años.

“Todo cayó en su lugar”, comentó un emocionado “Caballero de la Salsa” en la noche del miércoles.
Gilbertito sabía que tendría una “reunión” íntima con sus amigos cercanos, pero al llegar al Teatro Ambassador en Santurce se encontró con personas que hacía tiempo no veía. Supo entonces que la noche prometía algo más.

Acompañado de su pareja, y de su amigo y casi hermano Chucho Avellanet, entró al vestíbulo del teatro, donde le aguardaban familiares, amigos y colegas, entre ellos sus hijos Miredys, Gilberto Joel y Omar; sus mejores amigos, Luisito Vigoreaux y Otilio Warrington “ Bizcocho”; la actriz Marilyn Pupo; el comediante Raymond Arrieta; el ex gobernador Aníbal Acevedo Vilá; el diseñador Gustavo Arango el cantante Cheo Feliciano y el director Ángel “Cucco” Peña.

Mas, cuando creía que la sorpresa había llegado hasta ese punto, llegó entonces la emoción.
El cantante entró al teatro y comenzó a tocar su orquesta preferida: El Gran Combo de Puerto Rico, dirigido por su fundador Rafael Ithier.

El clásico Las hojas blancas marcó el inicio de una velada repleta de emociones.
Gilbertito bailaba en el centro de la pista con su compañera cuando divisó a su padre, Gilberto, a su hermana, Diana, y a su hijo Javier. Todos viajaron desde Estados Unidos. Fue otro de los momentos en que sacó su pañuelo y, con su distintiva elegancia, secó sus lágrimas. “He tenido familia bonita, amigos, gente que me quiere, he tenido plaza en mi país y estoy hacienda lo más que me gusta hacer para vivir, entonces, qué más tú puedes vivir. Estoy feliz”, manifestó el salsero con cierto ajoro.
Gilbertito procuró no perderse ni un instante de su agasajo. Tanto así que cuando Rafael Ithier lo invitó a cantar en la tarima, le dijo que no, que él se lo gozaría desde la pista de baile.

 

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