Montserrat, una sensación especial
sábado, 11 de diciembre de 2010 13:37 By Augusto Socìas
By ARTURO ARIAS-POLO/El Nuevo Herald
Cada vez que canta en La Cava, Montserrat siente una sensación especial. El hecho de estar cerca del público permite que se establezca una intimidad muy difícil de lograr en el resto de los sitios donde suele presentarse.
Esta noche, la cantante paraguaya hará dos funciones en el conocido club de Coconut Grove, acompañada por el pianista venezolano Héctor Ortiz. Y ya prepara su despedida del 2010.
``Será un espectáculo de jazz con música de los años 20, 30, 40 y 50, del siglo pasado, donde cantaré en español, inglés y portugués'', anunció la intérprete, famosa por su facilidad para comunicarse en siete idiomas. ``Luego haré un programa parecido el 27, en el Blue Martini de Brickell, y otro el 31 en Calamari Restaurant, con un grupo de bailarines y el pianista peruano Kiki Sánchez, el productor de mi nuevo disco'', agregó.
Montserrat, descendiente de una dinastía de artistas de Asunción, entre los que se destaca su padre, el compositor José N. Franco, que alcanzó notoriedad fuera de sus fronteras cuando presentó en El Vaticano la Misa folklórica paraguaya, en 1971. En cuanto a su abuelo materno, Rafael Riquelme, ella lo identifica como ``un gitano musical'' que recorrió muchísimos países con el conjunto Los Paraguayos.
Pese a los pronósticos familiares, sus condiciones para el bel canto y su sólida formación lírica, la cantante abandonó la carrera operística tras concluir sus estudios en Riva del Garda, Italia, donde fue becada por la academia Dezenzano del Garda, bajo la tutela de la soprano Kathya Ricciarelli.
``Quería perfeccionar la técnica. Sin embargo, a los cuatro años me gané otra beca para estudiar música medieval y renacentista en España, donde también descubrí la música sefardí'', recordó Monserrat, quien más tarde, viajó a Israel fascinada por el hallazgo gracias a una subvención.
Mientras investigaba, la intérprete fue contratada para grabar cuatro discos de canciones sefarditas que presentó en varios simposios europeos.
``En uno de los proyectos había unos músicos norteamericanos que me propusieron hacer otras cosas con mi voz. Se trataba de Nueva (Nueva Music), el álbum de jazz que representó el descubrimiento de un mundo que desconocía. ¡Al fin fui libre musicalmente!'', exclamó la cantante, que en el 2004 empacó su bártulos, puso proa a Nueva York y tras explorar en varias ciudades del país, se estableció en Miami para continuar sus búsquedas musicales.
Ahora, desde su nuevo terruño, la intérprete lanza Montserrat, La Gatica (Karamba Record), una aventura discográfica con temas propios y del repertorio internacional producida por el propio Kiki Sánchez.
Entre otros títulos, la vocalista hizo énfasis en Yad Anuga, una fusión de ritmos afrocubanos con sonoridades del Medio Oriente, y clásicos tan conocidos como The Man I Love y Se stasera sono qui.
``Parte de las ventas del disco beneficiarán a la Fundación América Verde'', dijo la cantante, no sin antes advertir que el atuendo que luce en la carátula tiene mucho que ver con la letra de La gatica, una cumbia en la que participó el artista de Trinidad y Tobago Terra B.
``Pero mi look habitual para cantar jazz es mucho más retro y muy sexy, a lo diva de otras épocas. ¡Es que tengo muchas caras! Todo depende del show'', reveló. •
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