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MADRID.— Cientos de fans de la cantante neoyorquina Lady Gaga fueron estafados en la compra de sus entradas y se quedaron sin poder ver y escuchar a la nueva diva del pop en la actuación del domingo por la noche en Madrid.

Unas trescientas personas, según la organización del concierto, fueron víctimas de una venta de entradas fraudulenta.

Cuando llegaron al Palacio de Congresos de Madrid, donde tuvo lugar el espectáculo de la intérprete de “Just dance” y “Alejandro” ante 18 mil personas, los equipos de seguridad les impidieron la entrada al recinto, lo que causó escenas de llantos, indignación y algún incidente que acabó solucionando la policía.

“Las falsificaciones, que eran de buena calidad, tenían todas el mismo código y muchas de las personas estafadas las habían adquirido con muchos meses de antelación”, indicó hoy en un comunicado la Confederación de Consumidores y Usuarios de Madrid (CECU Madrid).

La estafa se produjo a través de Internet, en conocidos portales de reventa.

Los compradores pagaron entre 75 y 140 euros, el doble de lo que costaban las entradas verdaderas pero que se habían agotado hacía ya meses.

El concierto

El madrileño Palacio de los Deportes recibió la noche del domingo a reventar a su nueva diosa, la diosa de un ”Olimpo freak” o monstruoso que ella misma ha ido creando desde la aparición en 2008 de su primer álbum The fame y que ha coronado con temas de éxito como “Pokerface”.

Los cientos de personas que habían adquirido entradas falsas fue la nota negativa. Y los porteros del Palacio de Deportes fueron los principales afectados por la gran aglomeración de publico, que obligó a que la policía tuviera que intervenir.

Se habló de 4 mil entradas falsas, pero un portavoz de la promotora Livenation confirmó que eran unas trescientas y recordaba que nunca se deben comprar localidades en lugares no oficiales.

Volviendo a lo que realmente importa, Stefani Joanne Angelina Germanotta, conocida como Lady Gaga, con 15 millones de álbumes vendidos, a los que hay que sumar cuarenta millones de sencillos, no defraudó a su público.

Y es que esta neoyorquina, cantante, compositora, productora, bailarina y pianista, como heredara confesa de la auténtica reina del pop, Madonna, es una maestra del disfraz, la trasgresión, la provocación, la imagen y, en resumidas cuentas, el espectáculo, y una parlanchina empedernida, porque una buena parte de las dos horas las dedica a hablar.

Defensora a ultranza de los inadaptados y la diferencia, Lady Gaga llegó a Madrid, tras pasar por Barcelona y Lisboa, con su segunda gira mundial, The Monster Ball Tour, y fue recibida por un público entregado y que la esperaba desde hacía horas, algunos hasta habían pasado toda la noche en las puertas del edificio.

Para empezar y tras una introducción visual, Lady Gaga eligió “Dance in the Dark”, el primer tema de un repertorio en el que no faltaron “Glitter and grease”, “Just dance”, “The fame”, “Telephone”, “Alejandro”, “Pokerface”, “Paparazzi” y “Bad romance”, estas cuatro últimas elegidas como broche final del espectáculo.

En boca de todos estaba eso de que “la Gaga canta de verdad” y es que la mayoría se acercaba al Palacio de Deportes con la duda de si la nueva diva era de esas que disimulan la falta de voz con mucha parafernalia, pero comprobaban en vivo que la neoyorquina sí canta.

Veinte bailarines y músicos la arropaban en escena, y eso sí, por lo menos veinte veces se cambió de vestuario y no dudó en disfrazarse de dominatrix encuerada en negro y morado, de monja vestida de blanco y plástico transparente a modo de muñeca hinchable con los pezones cubiertos con tiritas, de madrastra de Blancanieves, de hada de las nieves tipo carnaval de Tenerife, de heroína atacada por un gran monstruo, de mujer galáctica y hasta se enfundó en la bandera de España.

En cuanto a los escenarios, un poco de todo, eso sí, demasiada proyección visual que cortaba el ritmo del concierto. Lo cierto es que la reina del freak y el exceso ofreció lo que su público esperaba, una buena dosis de espectáculo. (EFE y DPA)