Yolandita Monge abarrota Coliseo de PR

domingo, 12 de septiembre de 2010 8:35 By Augusto Socìas



















Pidió que le acariciaran los senos y glúteos, fue uno de los atrevimientos que se tomó Yolandita Monge la noche del sábado en un lleno Coliseo de Puerto Rico, en Hato Rey, en una modalidad un poco más amplia que la reducida.

Si la energía vocal e histriónica de la cantante se pudiera almacenar, una parte significativa del problema de combustión en Puerto Rico estaría resuelto. Bueno, puede ser que esta afirmación sea Demasiado fuerte para algunos, pero para los fanáticos que gritaron, lloraron y se esgalillaron con ella en ese evento, de seguro tiene sentido.

Erótica y sensual: Yolandita en concierto

Es que el show de esta cantante boricua trascendió los límites de la lógica al quedar atrapado en la magia del travestismo, un concepto que no sólo se hizo latente en los nueve talentos transgéneros que la escoltaron en coreografías teatrales encintas de detalles y vacías de pudor, sino que asedió la interpretación de casi 30 temas. La baladista demostró su arte para cobijar sentimientos tan rivales como el placer y el dolor, la atracción y el repudio, la denuncia y el secreto, bajo la misma costura: la elegancia, la delicadeza, la pulcritud vocal y el erotismo.

“La reina… la eterna Yolandita”, se leía en el monitor cuando, a las 9:16 de la noche, la artista apareció en un vestido rosa añejo, rasgo imperceptible en su voz, tan potente y afinada como hace 20 años, cuando lanzó el exitoso disco Vivencias. Este concierto fue una conmemoración de ese suceso.

“Esta noche es tan mágica para mí. Gracias por su presencia esta noche. Gracias por permitirme darme un regalo doble: esta celebración de estos 20 años de este disco tan importante que fue Vivencias, y la celebración de casi mi doble peseta”, expresó luego de Mala sangre, una composición contra la violencia doméstica.

Aunque ya los bailarines la habían cargado y arrullado en Acaríciame, los primeros desgarres de emoción se asomaron durante esta otra canción, cuando la intérprete manchó con despreocupación la majestuosidad de su porte añadiendo el verso Que no jodan conmigo y sacando el dedo malo en una actitud retante.

Pero la melaconlía la persiguió de inmediato hasta arrinconarla en Cantaré –la melodía que contiene el verso Canto al amor, canto a la poesía–, que dedicó a los fallecidos Edwin Ballester y Raúl Torres, miembros de su equipo de trabajo en los 90.

Sobreviviente marcó su primer cambio de ropa a un conjunto violeta con medias de malla, un look bastante parecido al de aquella época, para luego poner a la audiencia a corear Este amor que hay que callar, dedicado al sufrimiento vivido en las relaciones entre personas del mismo sexo debido al discrimen social y político. A “los que equivocadamente se sienten diferentes” ofrendó, más tarde, A quién le importa.

“Estamos viviendo en el tiempo de la nueva energía, y ya para el 2012 se acerca el idioma universal de los seres humanos, que es el idioma del amor”, declaró en la mitad de la velada.

Dedica canción a su marido

Asimismo, Amor del bueno lo dedicó, sin mencionar su nombre, a su esposo, el productor Carlos “Topy” Mamery, mientras que Y todavía le dibujó una cucharada de lágrimas en los ojos al ser destinada “a alguien que quiero mucho y con quien algún día me espero reencontrar”, en aparente alusión a su hija y colega Noelia, de quien está separada.

Nada comparable, sin embargo, con el clásico El amor, clímax definitivo del espectáculo que sirvió de metáfora para esa “unión” de la que habló Yolandita, pues el recinto ardió en las llamas de cariño de cientos de brazos alzados y entrelazados, cerca del final del espectáculo. (Primera Hora).

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