Boda de Chelsea será en mansión Astor

miércoles, 28 de julio de 2010 11:41 By Augusto Socìas
























Desde hace un mes la prensa norteamericana ha volcado toda su atención en un punto minúsculo del mapa. Se llama Rhinebeck y es el pueblecito del estado de Nueva York, situado a cien millas de Manhattan, en el que yo a diario echo de menos las galletas Chiquilín y los mejillones Cuca.

A diario, televisiones, prensa, blogs y radio se preguntan qué tendrá este lugar perdido en medio de un bosque, (una villa parecida a la de la maqueta del Ibertrén que nos traían en Navidad los Reyes Magos), para que los Clinton la hayan elegido como lugar de celebración de la boda de su hija. ¡Cómo si no hubiese sitios para escoger en todo Estados Unidos! Pues hale: han tenido que pillar este rincón oculto del paraíso y pillar a los cronistas sociales con el paso cambiado.


Aquí estamos a punto de vivir lo más parecido a un enlace real que puede producirse a este lado del Atlántico. Se casa Chelsea Clinton y lo hace, faltaría más, en una gran mansión. En una de las muchas que se levantan en la orilla este del Hudson. El mismo río que desemboca junto a la Estatua de la Libertad, pero un poco más al norte. En el valle donde la mansiones recuerdan todavía la época en que los multibillonarios como Vanderbilt (gracias al acero y al ferrocarril) no pagaban impuestos y podían permitirse una casa de cinco plantas en la Quinta Avenida de Manhattan; una casona de verano en la playa de los Hamptons, pueblos costeros de la isla de Long Island; y una mansión en el campo que utilizaban apenas unos días en otoño para observar el cambio de color de las hojas de roble, arce y castaño. (El País).

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