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El mundo sigue obsesionado con las curvas de Jennifer Lopez. Al parecer, los periodistas españoles son particularmente insistentes con un punto muy concreto: su trasero. Esta artista salida del Bronx, una chica latina que puso al mundo a sus pies a comienzos de siglo, ha pedido que "no se le pregunte más sobre el asunto". Una década después de aquellos años de éxito absoluto, J. Lo. tiene 40 años y asegura que la edad no es un problema si no que puede ser una ventaja. "Puedo hacer papeles de un abanico amplio de edades. Evidentemente, si pretendiera hacer de adolescente sería ridículo", comenta, con esa sonrisa de chica buena y humilde que saca a pasear en la comedia romántica que presenta, El Plan B.

Tal vez no quiera hablar de su físico porque ya lo ha explicado todo unas cuantas veces: no fuma, no bebe, hace ejercicio, etcétera. En un habitación de un lujoso hotel del madrileño Paseo de la Castellana -la planta entera está ocupada por su equipo- Lopez atiende a la prensa. Es extremadamente educada y simpática, intenta parecer normal y cordial mientras una cámara le graba y las preguntas buscan un titular sobre sus posaderas. Será porque la mujer que interpreta en la película añora el trasero que tenía cuando estaba en la universidad, y todos quieren saber la razón de ese guiño.

"Ya estaba en el guión" había comentado hacía un tiempo. Sobre este filme en el que una mujer conce al amor de su vida justo cuando es inseminada artificialmente comenta que no hay cosas qu ele resultan fáciles. "No tengo problema en interpretar a una embarazada porque yo también he tenido mellizos. Pero hay cosas complicadas, porque tu cuerpo cambia, tu cara cambia...", explica, gesticulando. "El punto crucial en mi carrera ha sido ser madre. Te hace ver las cosas de forma diferente, cambian las prioridades".