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Lo cierto es que aquí no existen controles, que como dice el refrán, ponemos candado después que nos roban. Tenemos el caso de la torre Atiemar, cuyo propietario está detenido en España, vinculado a un alijo de 1,200 kilos de cocaína. Cada apartamento cuesta 1.5 millones de dólares, pero ese no es el meollo.

A decir verdad, los organismos de seguridad llamados a depurar fallaron en lo referente al dueño de dicha torre. Al hombre se la pusieron fácil, lo que da pie a pensar que tiene cómplices o socios locales. De tal manera que llevaron al Presidente a la inauguración de la torre.

Definitivamente nuestro país el el paraíso del lavado, y no ropa, que nadie se llame a engaños, sino del narcotráfico. Cuando aquí atrapan a un traficante improtante es porque se lo han solicitado los Estados Unidos.

Esa nación, dicho sea de paso, juega a la doble moral porque permite que dominicanos que obtienen fortunas por actividades del narcotráfico regresen al país con su fardo de dólares. Y que exista el narcotráfico, eso lo sabe hasta el más despistado, lo peligroso es que esa lacra ha permeado a estamentos militares y a gente que se presenta con cara de santo y en el fondo son unos diablazos con el poder del dinero.

Anadamios tan despistados que ahora viene es que sale la gente de la alaldía del Distrito Nacional a decir que hará un inventario de las torres. Como el citado refvrán, a poner cnadado después que nos roban.

Igual que el dueño de la torre Atiemar pasó con los hermanos Benítez que para lavar compraron millonarias propeidades en la región y cuando las autoridades se enteraron ya habían dejado el limpio.