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Agarrada a ese acordeón que ya se ha convertido en extensión natural de su cuerpo, Venegas ha sabido construir una carrera firme y horneada a fuego lento, siempre más pendiente del detalle y la evolución de sus composiciones que de las prisas por publicar trabajos inanes.

Bien podría ser esa la explicación a los cuatro últimos años en el devenir profesional de la artista, yermos de nuevas melodías más allá de unas pocas composiciones recogidas en un concierto acústico grabado por la cadena televisiva MTV.

En medio, sí, hubo giras mastodónticas y extenuantes, las mismas que la empujaron a tomarse un año sabático en 2009, 12 meses en los que estuvo alejada de los escenarios y que empleó en recuperar una de sus grandes pasiones: la escritura.

Planteadas en principio como mero divertimento recreativo, las palabras redactadas por Venegas acabaron transformándose en las canciones recogidas en Otra cosa, su sexto trabajo discográfico.

A sus 39 años de edad, la madurez parece que ha hecho cumbre en la artista tijuanense, que desprende calidez y seguridad en sí misma, la confianza de quien se sabe una de las autoras aztecas más aplaudidas en el concierto internacional.

Como no podía ser de otra manera, conociéndose como se conoce su gusto por reflexionar sobre los sentimientos, Venegas vuelve a jugar con los estados emocionales en su nuevo álbum de estudio, quizás el más desnudo e intimista en la discografía de la intérprete. Puede que ocurriera de una forma inconsciente, o a lo mejor no son más que hipótesis sin ningún fundamento sobre el que sostenerse, pero es plausible que su condición de embarazada haya facilitado la realización de un disco en el que la sensibilidad se aprecia a flor de piel.