Desastre en Haití

jueves, 14 de enero de 2010 8:51 By Augusto Socìas


No había campamentos oficiales. A cada momento una pequeña réplica amenazaba nuevamente con desastres. Los que sobrevivieron al sismo original sentían las réplicas con horror indescriptible.

En las calles se observaban decenas, tal vez cientos de cadáveres. Muchos eran cuerpos que eran extraídos de los escombros y colocados en las aceras para que los pocos funcionarios que trabajaban en las calles ayer dispusieran de ellos.

A cada rato se escuchaban gritos de espanto. Tenían dos fuentes: era la reacción a las réplicas del sismo de los que estaban acostados en las calles o, peor aún, los alaridos de los que aún permanecían con vida debajo de los escombros.

Así, caótico, adolorido, atónito, aturdido, estaba este país ayer, un día después del devastador terremoto de 7.0 grados Richter que en la tarde del martes sacudió a la nación de 9 millones de habitantes, causando una devastación de proporciones aún inimaginables.

Este es un país del que podría decirse que está acostumbrado a las tragedias, de tantas que ha vivido en sus 200 años de independencia. Pero lo de ayer dejó perplejos hasta a los más curtidos.

Informes oficiales, hasta anoche, eran nulos, entre otras cosas porque el mismísimo gobierno fue uno de los principales damnificados, con el Palacio Presidencial derrumbado como un ominoso símbolo de la magnitud de la tragedia y el Ministerio de Justicia, incontables hospitales y hasta la principal prisión del país hechos montañas de escombros.

“La ciudad está destruida. Los hospitales, los colegios, las casas particulares. Las calles están llenas de cadáveres”, dijo el presidente René Preval, quien indicó que él mismo no sabía dónde iba a dormir anoche, debido a la destrucción del Palacio Presidencial.

Los estimados de posibles muertes variaban, pero todos eran aterradores: cualquier cosa entre los 100,000, que calculó el presidente Preval o los 500,000 de los que habló el senador Youri Latortue. La Cruz Roja estimó el número total de damnificados en tres millones, lo cual equivale a una tercera parte de la población de Haití.

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