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Por Miguel Angel Herrera

Hace un tiempo tuve la oportunidad de ver en sus últimas presentaciones como colectivo, al grupo NEGRO’S. Me llamó poderosamente la atención, el hecho de que aun siendo todos buenos a WASON se le veía algo que no tenían los demás.
Lo vi un tanto humilde y hasta vergonzoso de tener que presentarse ante un público implacable.
De esas actividades donde los tragos la picadera y el entretenimiento corren por cuenta de la casa, de ahí lo de implacable, todo gratis y por supuesto las criticas también.
No había cruzado más de diez palabras con el intérprete, durante las veces que nos habíamos encontrado.
Yo lo respeto y lo veo artista.
El me respeta y me ve como “algo a lo que se debe respetar”.
Pero esa noche le dije después de terminada su actuación, que me parecía un tanto ilógico que siendo todos tan buenos, se fueran a vivir a New York para desde allí desarrollar su promoción.
No hubo respuesta ni a favor ni en contra.
Al poco tiempo se fueron para New York y la babel de hierro se encargó de hacer su parte.
Hoy veo a WASON BRAZOBAN y entiendo el porqué de la decisión de separar el grupo en el cual nació.
Lo he visto en el exclusivo templo de triunfadores como es el caso del Hard Rock Café, pero también lo he visto firmando autógrafos en la sede de una telefónica.
Ahora pienso que llegó el tiempo de WASON.
Sus manejadores lo saben, pero el público que lo quiere descubrir aún no lo conoce.
¿Que tal si lo empujan en Centroamérica y Suramérica?
WASON es una incógnita, pero sus éxitos lo pueden catapultar hasta donde nadie ha llegado.