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Se constituyen en jueces y partes los cronistas que realzian relaciones públicas a artistas y tienen el descaro de colocar su firma en trabajos para esas figuras. Y que no nos venga nadie con el cuento de que hay que buscársela, que los salarios son insuficientes. Acciones como las que señalamos chocan con la ética. Sencillamente, no se puede ser juez y parte.

Siguiendo en ese tono, pierden objetividad los periodistas que fungen de jurados en un concurso de un programa dominical. ¿Se atrverían a formular críticas respecto a la calidad del espacio en cuestión..?